En la situación actual mucha gente se ha visto obligada a teletrabajar desde su casa sin haberlo hecho nunca antes. Y eso ha comportado que su rutina diaria de tareas laborales haya cambiado totalmente. Trabajar desde casa tienes sus ventajas, pero también sus desventajas. Una de esas desventajas es que la procrastinación puede hacer aparición durante la jornada laboral.
Prepararse un té (otra vez), atender una llamada de un amigo, aprovechar para poner una lavadora, revisar nuesto instagram o ver los whatsapp del grupo de la familia suelen ser las distracciones que pueden llevarnos a procrastinar aquello que inevitablemente tenemos que hacer.
¿Es posible evitar procrastinar trabajando en remoto durante el confinamiento?Sí, si se puede, pero hay una serie de pautas y consejos que debemos conocer y seguir. Como pista podemos decir que una de las claves pasa por reconocer y gestionar ciertas emociones que van a aparecer en el proceso.
Algunos estudios han descubierto que una de las causas que nos lleva a postergar las tareas no es evitar realizar el trabajo en sí, sino evitar las emociones negativas que asociamos a ese trabajo. Normalmente dejaremos para más tarde una tarea que despierte en nosotros sentimientos negativos como, ansiedad, aburrimiento o sensación de no tener el control.
Y aunque parece que evitar ahora realizar ese trabajo nos hace sentir mejor, a la larga nos hará sentir mucho peor. Entonces, porque lo hacemos?
Procrastinar crea ilusión de tener el control, no evitamos ni renunciamos, sino que hacemos algo mucho más sutil, decidimos voluntariamente aplazar la tarea. Y al tomar esa decisión creemos que tenemos el control, «lo haré, pero en otro momento” y al final lo seguiremos aplazando hasta que ya sea inevitable afrontarlo o cuando llegue el fin del plazo de entrega de la tarea.
Uno de los puntos que debemos tener en cuenta es que no se trata de un tema de gestión de tiempo, ni falta de competencias, sino que debemos cambiar nuestros hábitos en la gestión de las emociones.
Tenemos que saber que la procrastinación no es una patología que debamos curar, sino que es un desafío que debemos aprender a manejar. Siempre habrá tareas que nos dará pereza realizar, que nos provocaran emociones negativas y que vamos a evitar realizar.
Muchas veces detrás de esa procrastinación hay la emoción del miedo. Pero lo que ahora nos alivia momentáneamente porque me evita hacer lo que no quiero hacer, lo que me da miedo, a la larga nos va traer mas problemas. ¿Cómo te sientes después de evitar hacer algo y ver que no has sido capaz? ¿Te sientes mejor o peor? Y que mensaje le mandas a tu inconsciente sobre tu capacidad de hacer cosas, que eres muy capaz o que eres incapaz de realizar esas tareas? Eso no va ayudar para nada a tu autoestima. Tenemos que poner mucha atención a cómo nos hablamos a nosotros mismos.
Es difícil evitar enfrentarnos a lo que nos da miedo porque es una respuesta automática que surge de nuestro interior, de nuestro instinto de supervivencia, al igual que es difícil evitar las situaciones difíciles o desagradables que nos traerá la vida, pero cada vez que evito algo, me debilito, y cada vez que evito aquello que me debilita, me cuesta el doble afrontarlo.
Hay una frase de Fernando Pesoa que ilustra muy bien este tema: «Llevo conmigo las heridas de todas la batallas que he evitado»
CONSEJO: No te autocastigues. Muchas veces la autoexigencia y el perfeccionismo nos lleban a una autocrítica feroz, conviertiéndonos en nuestros peores enemigos. Los perfeccionistas productivos lo que hacen es apuntar alto hacia su objetivo sin preocuparse demaseado por lo que vaya a pensar los demás o en que el resultado sea perfecto. Tampoco esta de más recordarte a ti mismo que eres humano, que todo el mundo procrastina alguna vez, y que no pasa nada si hoy lo haces tu. Eso sí, luego empieza a hacer planes para como vas a ajustar ese vacío entre tú trabajo y tus expectativas.